Paraguanera alcanza la proeza de llegar al siglo de vida

El orgullo regocija a la familia Martínez-Castro y a Pueblo Nuevo de Paraguaná

Ignacia del Carmen Castro de Martínez es un ejemplo de ser humano al que hay que admirar por haber alcanzado el siglo de existencia, edad que en estos tiempos y en estas tierras, se convierte en proeza para cualquier mortal.

Arribar hoy a los 100 años de vida tiene gran mérito en «Nacha», como es conocida cariñosamente en su natal Pueblo Nuevo, pues su tesón, fortaleza espiritual, honestidad y perseverancia, son las claves para transitar por este largo y provrchoso camino.

Hoy, aparte de ser la matriarca de su familia, será reconocida en Falcón y, por ende, en Venezuela como una paraguanera con los 100 años bien puestos.

Nacha, llegó al mundo el 10 de septiembre de 1920, específicamente en la población de El Vínculo. Fue la menor del matrimonio entre María Castro y Anocasio Lugo, de donde nacieron además Porfolio, Mundo, Andrés e Isaías, en ese orden.

Como era costumbre en aquellos tiempos, en algunos casos los padrinos pedían la crianza de uno de sus ahijados. Por eso a los cinco años se fue a vivir a Sacuragua, otro caserío del municipio Falcón. En medio de esa circunstancia creció bajo la tutela de su madrina Lorencita, en el seno de la familia Gil.

Su único trabajo, ejercido desde su niñez hasta su juventud, fue como ama de llaves en la misma familia Gil, donde le brindaron todo el apoyo y amor familiar.

Antes de casarse fue madre de Omar y Lourdes (+). El matrimonio (civil y por la iglesia) le llegó a los 23 años tras conocer al amor de su vida Ángel Román Martínez Gómez, cuya querencia por ella fue más grande que el prejuicio de que su amada fuese madre soltera. «Ella le dijo a mi papá que se casaba con él, pero si acobijaba de igual manera a sus dos hijos. Y él sin dudarlo le dijo que sí», narró Krimilda la menor de las hembras.

Con Chicho, como se le conocía a Ángel Román, procreó otros 7 hijos: Manuel, Betty, Darsy, Marilis, Krimilda, Rafael y Oscar. El primogénito de Nacha fue Omar a sus 20. Treinta años después nació su último retoño: Oscar.

En la actualidad, Ignacia depende del cuidado de sus hijas. La vejez la ha condicionado a estar entre la cama y una silla de ruedas.
«Cuando no duerme es que sufre de demencia senil y no se acuerda de cosas o no reconoce a la gente. Pero en estos días mi abuela Marilis le mostró una foto mía y dijo: ‘Esta es la que baila'», relató Ysabel León, una de sus primeras bisnietas.

La familia de esta mujer ejemplar ha florecido más allá de sus 9 hijos. Su prole se extiende en un universo de 27 nietos y 35 bisnietos, esperando, con mucha fe, la posibilidad de ser tatarabuela.

Blanca Sánchez

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