Un informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) revela que los hogares venezolanos contribuyen con más de 10.600 millones de dólares al año a las economías de América Latina y el Caribe, principalmente mediante consumo en vivienda, alimentos, educación y salud.
El estudio destaca que la migración venezolana se ha convertido en un motor de crecimiento económico: los migrantes no solo consumen y pagan impuestos, aproximadamente el 1,2 % de la recaudación tributaria en los países analizados, sino que también emprenden, crean empleo y fortalecen sectores como gastronomía, turismo y tecnología, reseñó CNN.
Casos como el de Andrea Fecarotta en San Pedro Sula, Honduras, ilustran este impacto. Andrea, venezolana de 31 años, dirige el restaurante El Ávila con un equipo de 14 personas locales. Su negocio combina sabores venezolanos con ingredientes locales, generando empleo y promoviendo la transferencia de conocimientos.
De manera similar, en Bogotá, Colombia, Irvin Ibarra, venezolana de 59 años, fundó la escuela de danza The Royal Family, que actualmente beneficia a 55 niños y adolescentes, muchos migrantes o desplazados internos. Aunque su labor es cultural y social, también genera actividad económica local y moviliza recursos comunitarios.
El informe de la OIM, basado en estudios realizados en Colombia, Panamá, Ecuador, Chile, Costa Rica, República Dominicana, Perú y Aruba, subraya que la población migrante venezolana es altamente productiva y con formación técnica y universitaria. Sin embargo, el 82 % trabaja en la informalidad y el 41 % carece de acceso a crédito o servicios financieros formales, lo que limita su potencial económico.
Pese a estas barreras, los avances en regularización migratoria han sido significativos: cerca del 70 % de los 6,9 millones de venezolanos que viven en América Latina y el Caribe cuentan con estatus migratorio regular. Según la OIM, esta regularización es clave para reducir la informalidad y maximizar la contribución económica de los migrantes.
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