¿Cómo afecta el hambre a nuestro humor?

Aunque suene difícil de creer, hay una razón fisiológica por la que algunas personas se ponen de mal humor cuando tienen hambre.

Cuando, durante un tiempo, no hemos ingerido alimentos, los niveles de glucosa en la sangre disminuyen. Esta bajada de azúcar desemboca en una liberación de hormonas como el cortisol, una de las hormonas del estrés, y la adrenalina, encargada de activarnos en situaciones de lucha o huida. Estas hormonas pasan a formar parte del torrente sanguíneo con el fin de reequilibrar la falta de azúcar en la sangre.

Debemos tener en cuenta que la libración de cortisol puede causar agresividad en algunas personas. Además, el nivel de azúcar en sangre, si es bajo, puede interferir en funciones cerebrales superiores, como las que nos ayudan a controlar impulsos y regular comportamientos primitivos.

Realmente sí hay una explicación médica para este comportamiento, respaldado por una reacción bioquímica desencadenada por el bajo nivel de azúcar en la sangre.

Cuando el hambre es un problema

Tener hambre no es algo necesariamente malo, sin embargo, si estos episodios suelen ser muy recurrentes, a veces es tan sencillo como tomar medidas para prevenirlo o controlarlo.

Para ello, toma varias comidas pequeñas durante el día, evitando la comida basura, que puede suponer un exceso de azúcar. Los alimentos ricos en nutrientes y fibra son lo mejor, ya que te mantendrán saciada durante mucho más tiempo.

Como siempre, no te olvides del ejercicio, además de un adecuado descanso e hidratación. Si después de esto, sigues percibiendo que tienes un problema, no dudes en acudir a un médico especialista. Este te dirá cuál es la mejor solución.

Otras consecuencias de tener mucha hambre

Aunque en esta ocasión te hemos explicado cómo el hambre puede hacernos más susceptibles a los estímulos negativos y, en consecuencia, adoptar una actitud agresiva o a la defensiva, no aportar suficiente alimento a nuestro cuerpo también acarrea otras consecuencias. Ejemplo de ello son:

  • Fatiga
  • Somnolencia
  • Dificultad para concentrarse
  • Coordinación pobre
  • Susceptibilidad a cometer errores.

 

Con información de Enfemenino

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